Raliaga's Memories

Anécdotas, historias, (malos) ejemplos, referencias y chascarros.

martes, junio 13, 2006

Anoche salí a fumar dos cigarrillos...

Se supone que yo no fumo...
Pero anoche salí a dar un paseo, era de madrugada, y tuve que salir a
caminar...
En algún lugar de la Alameda encontré un boliche abierto, donde
compré dos cigarrillos
Prendí el primero y me puse a caminar... le dí la primera aspirada y
me sentí rapidamente embriagado, una sensación como si el humo se
difuminara lejos dentro de mi cabeza en lugar de hacerlo en el espacio
de la noche.
Caminaba indeciso, estaba un poco confundido de si hacerlo con
rapidez para llegar a casa y continuar, o de si hacerlo despacio para
disfutar mejor del paseo.
Una voz en mi cabeza me repetía constantemente que era malo hacerlo,
sin embargo seguí caminando y fumando...
Por algún motivo no hice caso de las advertencias que el mismo
cigarrillo parecia hacerme, y sostuve con firmeza el cigarrillo en mi
mano... me balanceaba al caminar producto del sueño, del cansancio y
la sensación de volatilidad, repentinamente deje de mecer mi mano y la
metí al bolsillo, donde con una rara sorpresa descubrí que ahí estaba
el otro.
No hice caso y sostuve suavemente el segundo cigarrillo en mi mano,
oculto al resto de la gente dentro del bolsillo, para que dentro no se
rompiera, mientras seguía aspirando el humo del primero.
Emanaban de mi boca nubes de todo tipo, traté de formar mil formas
con cada una, pero el humo insistía en seguir errático y hacia todos
lados, como escapando con premura de mí.
Busque maneras de articular mis labios de manera de darle alguna
deseada forma a esas nubes, pero el seguía indómito, yendose
indecisamente en todas partes.
La indiferencia de las nubes del cigarrillo contrastaban con el calor
que producía en mi mano el sostenerlo, lo miré y trate de jugar con él
dandolé vueltas entre mis dedos, de los cuales parecía querer zafarse
pese al cuidado y la ternura con que jugaba con él.
Continué asi, hasta notar que a medida que se hacía más intenso el
calor en mi mano, era clara la señal del fin de las nubes, de la
ebriedad que me daba y hasta del calor mismo.
Me detuve un instante, y con las brasas criadas del primer
cigarrillo, encendí el segundo.
Este parecia distinto, me brindó ese calorcillo suave en mi mano
desde el primer instante.
Al aspirarlo y arrojar lejos el humo, con la idea ya renunciada de
darle la forma que yo quisiese, la adversidad del viento de la noche
arrojaba el humo de vuelta en mi cara, una y otra vez.
No era quizás lo que buscaba, pero estas nubes no eran indiferentes,
no buscaban alejarse sino pegarse a mi rostro, como dandome efusivos
abrazos en cada fumada...
Esta vez, el humo y el calor no constraban, iban de la mano dandome
la misma sensación del primero, como si se abocasen todas las formas
del cigarrillo a atraparme en él.
Estaba reconfortado y lejos de sentirme prisionero por el cigarrillo
que quería apretarme con sus abrazos, le respondí aspirandolo una y
otra vez, cada vez más intensamente... las voces que me decían que
esto era malo o poco saludable, ahora eran lejanas y ya eran
inaudibles.
Sostenía el cigarrillo siempre dentro de mi mano, con la punta de mis
dedos en el filtro y sus cenizas al centro, y mire con alegría como al
jugar a apretarlo y enredarlo entre mis dedos, en lugar de zafarse se
enredaba graciosamente, como si sintiera cosquillas, como si le
agradase.
Estaba tan contento que hasta un risa plagada de humo rompio el
silencio de mi noche.
Al llegar a mi casa, me di cuenta que se habia acabado el juego, que
debia volver a mi realidad, mas me detuve un instante a contemplar el
cigarrillo en mi mano que tenia en sus cenizas casi un rostro
dibujado, trate de descifrarlo pero mi inexperiencia fumando no me lo
permitió... "que importa!" me dije, y frente al farol fuera de mi
pieza le di una larga y profunda fumada, como si fuese la última
(aunque lo era), casi me desmayo de tanto estremecerme, pero me
agradaba...
Estaba mi cara muy cerca de su ceniza, al aspirarlo esta ardía y
fulguraba amenazando con adelantar la llegada de la mañana, cerré los
ojos entregandome a ese último y repentino abrazo que me daba el
cálido cigarrillo, alcanzé a ver antes de cerrar los ojos unos labios
como de amatista virgen y dos destellos esmeralda...
Se apagó el cigarrillo, dejandome la sensación de su compañia en mi
ser, como si en ese último beso quisiese perdurarse en mi sabiendo que
nos alejariamos... me sentí halagado ante tan espontanea, frágil y
dulce manera de despedirse...
Entre a mi casa... bienvenida ( ¿? ) realidad...
Se supone que yo no fumo... pero bueno, cada uno tiene sus drogas...
enamorarse, fumar, que más dá...

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Hace un año... Pensión Osorno times... ya dejé de fumar...